sábado, 20 de diciembre de 2008

LA PASCUALA

Allá por los principios del pasado siglo XX existía en Burgos un grupo de amigos, algunos industriales y otros artesanos, que solían reunirse cada día -al mediodía- para compartir un rato y tomarse unos “dieces” de clarete en aquel afamado Bar Restaurant que a su nombre regía la Hija de Iturriaga al final de la C/ Santander o principios de la Avª. del Cid, según se vea.

Dicen que un Primero de Año, para celebrarlo, se pusieron a entonar -se supone que ellos también “entonados”- una letrilla entonces en boga de una obra de las denominadas del “género chico”: “La Pascuala”.
Dado el éxito obtenido entre la concurrencia decidieron repetirlo cada año en tan significada fecha, así nació esta tradición donde los descendientes de aquellos primeros “Pascuales” seguimos celebrando esta “Pascua secular”.

Uno de aquellos iniciadores de esta raigambre fue el Señor Don Benito García Valdivielso, “El Berzero”, abuelo paterno de quien esto suscribe, quien fue persona que por su proverbial simpatía, agudo ingenio, buen humor, fácil conversación y campechanía supo granjearse la amistad tanto de las clases mas humildes como la de intelectuales y autoridades. En la cuadra de su casa sita en la actual Pzª. de España se fundó la ya centenaria “Unión Artesana”, decana de las Sociedades de Burgos.

Aquel local original de la Hija de Iturriaga fue después el Bar “Nervión” y en la actualidad lo ocupa una “Caixa” de Ahorros por lo que cada uno de Enero nos seguimos reuniendo, ahora en el Bar “Boston” del otro lado de la calle, y allí, venciendo la resaca de rigor, con toda pompa y ceremonia seguimos cantando La Pascuala como recuerdo y homenaje a nuestros antecesores y bienvenida al Año Nuevo.

EN LA CASA QUE SE VISLUMBRA AL FONDO ESTUVO SITO EL BAR-RESTAURANT DE LA HIJA DE ITURRIAGA

El ritual siempre es el mismo: alguien se sube en una silla, golpea una copa para requerir atención y después de una breve alocución nos invita a cantar; primero tarareamos, por dos veces, las primeras notas del Himno a Burgos para a continuación lanzarnos con La Pascuala que dice así:

Es la Señora Pascuala,
una mujer que asusta,
por cualquier cosa se enfada
y nada le gusta.

A una mujer como esa.
yo nunca la conocí,
por eso al pobre marido,
le dicen así:

¡Daala, daala,
que es una cosa muy maala
¡daala, daala,
que hay que acabar de una vez,
“pa” que no sea soez,
La Pascuaala.

El otro día estando en misa,
le salto dos “envergüenzas”,
“y” al padre Cobisa,
todos los feligreses,
agrupados en montón,
al sacristán le gritaban
con indignación:

¡Daala, daala,
que es una cosa muy maala
¡daala, daala,
que hay que acabar de una vez,
“pa” que no sea soez,
La Pascuaala.

¡VIVA LA PASCUALA!

Como se ve, hoy en día la letra no sería “políticamente correcta”, sin embargo, en aras de la tradición tanto mujeres como hombres la cantamos en tono festivo sin pararnos en más consideraciones, denostando previamente cualquier tipo de maltrato.

Hay que aclarar que no se trata de una “peña” como mucha gente piensa y que los asistentes ni tan siquiera nos conocemos entre nosotros en muchos casos, siendo ésta la única ocasión en que nos reunimos, teniendo que sortear a los otros asistentes que acuden al reclamo de la generosa colación que los amables dueños del “Boston” ofrecen a la concurrencia.

sábado, 6 de diciembre de 2008

LA MEJOR INFANTERÍA DEL MUNDO

II (DE LA EDAD MODERNA A LA ACTUALIDAD)

nota) viene de I (PREHISTORIA, EDAD ANTIGUA y MEDIA )



En 1517 el joven Emperador Carlos I (nieto de los Reyes Católicos) desembarca en el puerto castellano de Laredo para dirigirse a Burgos, -la “Cabeza de Castilla”-, a hacerse cargo del Reino de su inhabilitada madre la Reina Juana I. Con él se reúne el mayor Imperio que hayan conocido los siglos, aquel en el que nunca se ponía el sol.

Con él se distinguen los Tercios Españoles de Infantería, la fuerza necesaria para mantener tan dilatados dominios. Tuvieron que operar primero en Italia; “Los Tercios Viejos de Italia” y después los llamados “Tercios Nuevos de Flandes” extendieron su acción a toda Europa, Estado Pontificio incluido.
En las campañas de Flandes, aunque nunca fueron batidos, sufrieron innumerables bajas, llegándose a hacerse populares entre ellos aquellos versos que declamaban ufanos en las tabernas:



España mi natura,
Italia mi ventura,
¡Flandes mi sepultura!





Su creador había sido D. Gonzalo Fernández “El Gran Capitán”, ilustrado hombre renacentista capaz de inventar una nueva estrategia y organización militar de la que se derivan todos los ejércitos actuales, (como ejemplo baste decir que los diferentes empleos: General, Coronel, Capitán, Sargento, etc., hoy en día utilizados en todos los ejércitos del mundo son creación española).
Fernando de Aragón, cometiendo sin duda un fallo diplomático, llegó a exigir cuentas al Gran Capitán de los gastos de la Campaña de Nápoles, siendo altaneramente contestado por este en los siguientes términos conocidos como "Las Cuentas del Gran Capitán:
“Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados."








RENDICIÓN DE BREDA POR DIEGO VELAZQUEZ


Su estructura organizativa va variando a lo largo de los tiempos, llegando en los tiempos de los Tercios Nuevos a componerse cada uno de: Un Maestre de Campo como jefe superior del Tercio del que dicha unidad recibía su nombre: “Duque de Alba”, “Don Juan de Austria”, “Don Alejandro Farnesio”, etc.,y que era nombrado por el Rey, como segundo jefe le acompañaba un Sargento Mayor. Cada Tercio contaba con 12 Compañías (10 de Piqueros y 2 de arcabuceros), cada cuatro de estas compañías (lo que hoy sería un Batallón) se llamaba Coronelía y estaba mandada por un Coronel, y cada compañía solía tener entre 250 y 300 hombres.

Los Sargentos que mandaban sobre 30 hombres iban armados de la “sargenta”, una alabarda que les distinguía y los soldados además del arma correspondiente siempre llevaban su espada toledana de taza y atrás, atravesada al cinto, una daga. Los piqueros se dividían en: “picas secas” y “picas armadas”, los primeros tan solo se protegían por el típico “morrión” y el “coselete”, mientras que los segundos llevaban armadura completa. Los arcabuceros y mosqueteros se distinguían por su chaleco de cuero y colgando de su bandolera llevaban los saquetes de pólvora y las balas de plomo.





MOSQUETERO DE LOS TERCIOS DE FLANDES


Castilla fue la que mas soldados aportó a los Tercios, el alistamiento era voluntario e indefinido y cuando el Capitán encargado del reclutamiento desplegaba su bandera en el lugar acostumbrado, hasta él llegaban multitudes de aspirantes, desde labriegos hasta nobles, deseosos de ventura.

Estos bizarros nuevos infantes estaban aun imbuidos del espíritu caballeresco de los peones medievales, su preponderancia y prestigio fue tal que se encuentran recogidas anécdotas como aquella en que toda una gran ciudad se rindió a un solo infante que llegaba a la muralla, lo que les llenaban del orgullo y gallardía necesarios para desarrollar su oficio, sin embargo dentro de sus unidades demostraban una gran disciplina, humildad y sobre todo silencio.

La etimología latina de infante (infans-antis) nos indica que es “el que no habla”, a los soldados de los tercios les gustaba el silencio y desde luego no admitían el griterío de otras tropas y ni tan siquiera el de sus jefes. Pedro Calderón de la Barca, genio de nuestras letras y Soldado de la Infantería Española así lo expone en uno de sus versos:

Estos son españoles. Ahora puedo
hablar, encareciendo estos soldados,
y sin temor; pues sufren a pie quedo,
con un semblante, bien o mal pagados.

Nunca la sombra vil vieron del miedo,
y aunque soberbios son, son reportados;
todo lo sufren en cualquier asalto,
sólo no sufren, que les hablen alto.



El mismo Calderón vuelve a cantar a su profesión de infante definiéndola con estos sentidos versos que aún siguen honrosamente colocados a la entrada de las actuales Compañías:

Este ejército que ves,
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede.
Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mayor calidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho,
no adorna el vestido al pecho,
que el pecho adorna al vestido;

Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás,
tratando de ser lo más,
y de parecer lo menos.
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la fineza, la lealtad,
el honor, la bizarría;
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son,
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna,
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados.



En el reino de España, “Infante” también es aquel hijo del Rey que no es el Heredero, los Infantes de los Tercios se sentían “nobles” a través de la nobleza de su oficio.

Como dominadores de toda Europa que fueron, a veces sintieron el odio y el temor de otros pueblos que no pudiendo vencerles les crearon la “Leyenda Negra” con la que se intentaba denostarles, en ocasiones tachándoles de incultos, cosa harto incierta, pues como aun se puede comprobar, rara es la nomina de una Compañía en la que el 50% de sus soldados no están antecedidos del titulo de “Don”, hecho que indica que cuanto menos eran bachilleres, en aquellos tiempos en que las masas de población de toda Europa, España incluida, eran iletradas. También aparecen muchos nombres precedidos de “Señor” lo que indica, al menos, titulo de Hidalguía.


Esta “Gloriosa Infantería” permaneció invencible durante siglos, siendo tan solo batidos en Rocroi debido a problemas políticos, ajenos a la milicia, que les hicieron presentar batalla contra un ejército muy superior en número y en condiciones desventajosas, aun así fue una “derrota honrosa”. Entre sus muchas victorias caben destacar: la de 1.547 contra el Elector de Sajonia y la de 1.557 en S. Quintín contra Enrique II de Francia quien fue hecho preso, en 1571 derrotaron al temido ejercito Turco en Lepanto salvando antes Viena y Malta de su invasión y en 1.634 aniquilaron al fabuloso ejercito Sueco en Nordlingen.



Pero si importantes fueron los Tercios no debemos olvidar al resto de la Infantería, no menos importante que permanecía repartida por todo el Imperio, desde Las Carolinas, Las Marianas y Las Filipinas, pasando por África y llegando hasta America.



Después de un gran salto en el tiempo, con duraderos espacios de paz, y para no cansar más al lector llegamos a nuestros días, a la Guerra Civil Española (1.936-39), Guerra “Incivil” como al autor le gusta llamarla, donde la Infantería Española vuelve a tomar especial relevancia. Así durante la Campaña del Ebro dirigida por el propio General Franco, se relata la anécdota de que un General Alemán que hacia las veces de Observador, respetuosamente por que era más moderno le dijo:
-“Mi General, la Infantería Española es la mejor del mundo...”
a lo que Franco lacónicamente replicó:
-“Si, pero no olvide Vuecencia que aquellos de enfrente también son españoles”.

También está recogido que en la II Guerra Mundial, el General Jurgens, Jefe del XXXVIII Cuerpo de Ejercito Alemán, se dirigía así a sus arrogantes soldados en una arenga respecto a los Voluntarios Españoles de la División Azul:
"Si en el frente tocáis con un soldado desaliñado, sentado a la vera de un camino, cuadraos ante el y saludarlo: : ¡es un héroe!, ¡es un infante español!"


No obstante, otra característica principal de la Infantería Española es el buen humor con el que sabe vencer las calamidades y penurias del combate, de ello existen millares de anécdotas, baste como ilustración la siguiente fotografía donde se ve un Voluntario Español de la División Azul en pleno frente de Stalingrado, tomándose la guerra a guasa y aderezando ensaladillas con productos de la huerta rusa.




Para concluir se añade un articulo publicado, no hace muchos años en prensa, como Homenaje a la Infantería Española que en estos días esta venerando a su Excelsa Patrona “La Inmaculada Concepción”, el texto es de Camilo José Cela, de quien dicen que en sus tarjetas de visita gustaba de anteponer a los títulos de “Marques de Iria Flavia” y “Premio Nobel de Literatura”, el para él más honroso de “Soldado de la Infantería Española”:

A PIE Y SIN DINERO

A pie y sin un ochavo en los bolsillos, calados hasta los huesos y con el estomago frío; en la vista una nube de hielo y en el dedo que oprime el gatillo un sabañón.
El día 8 de Diciembre hace frío, mucho frío, pero nunca bastante para frenar a la Infantería, que con un trajecito de dril, derrite la nieve de los montes y la escarcha de los ríos difíciles y el hielo que oprime los corazones en desgracia.
Ningún oficio mas bonito que el de Capitán de Infantería, artesano del valor heroico, orfebre del valor estoico, que va a pie donde lo mandan con sus hombres detrás, y que a veces se queda en el camino con una bala " !Con que facilidad, Dios mío! " que le para los pulsos del corazón.
La guerra no es triste, porque levanta las almas. La guerra no es triste porque nos enseña que fuera de la Bandera, nada, ni aún la vida, importa.
La Infantería es la guerra a pie firme, la guerra cara a cara, la vida jugada a cara y cruz de la victoria y la muerte. La Infantería es la guerra a cuerpo limpio, y el Infante lidiador que lleva el espíritu armado de un estoque de fuego, como un arcángel de estrellas en la bocamanga.
La Infantería no es la materia, es el ligero y tenue soplo que vivifica.
La Infantería no es la masa, es la compañía.
La Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la canción arrebatada del solitario centinela, que canta para que el Cabo de Guardia sepa que esta vivo.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de la Infantería, (nosotros estamos hablando naturalmente de la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera) es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón. Que nunca mas noble fin tuvieron, ni nada mejor pudieron servir.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se lanza, cuando al hombre se le calienta la sangre, lo más difícil es pararlo y enfriarlo. Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el aire con la mirada y darse cuenta de que la batalla terminó cuando el soldado creía que estaba empezando. Que nunca mejores temples se conocieron ni en más gallardo menester se emplearon.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore lo que es sentirse amo del mundo a pie y sin dinero.
A pie paseamos por donde quisimos, porque el que no va a pie, no se entera y os lo dice un vagabundo. Y sin dinero izamos nuestra Bandera donde nos dio la gana y donde nos mandaron, porque la victoria no es algo que se compra sino que se conquista y os lo dice un pobre.
Ningún oficio más bello que el de Infante, que lleva su casa a cuestas como el caracol y se pelea porque no admite jaques; como el león y como el gallo y como el toro. Sin medir las fuerzas (que no fuera noble presentar las batallas ganadas) y sin mirar atrás porque detrás no hay nada, absolutamente nada.
Con el frío del 8 de Diciembre se calienta nuestro corazón al pensar, como en una novia a la que quisiésemos, en la Infantería. Resuenan pífanos marciales y aún nupciales en la última y más profunda revuelta de nuestros oídos y aún se estremece, gracias a Dios, ese ultimo nervio que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como oro en paño, para que vibre en las ocasiones solemnes.
COMANDANTE DE INFANTERÍA ACTUAL EN UNIFORME DE  ETIQUETA

miércoles, 3 de diciembre de 2008

LA MEJOR INFANTERÍA DEL MUNDO

I (PREHISTORIA, EDAD ANTIGUA y MEDIA)


Sin tener que hacer muchas especulaciones es de suponer que el “Hombre de Atapuerca”, aquellos primeros europeos de hace 1,2 millones de años, ya defendían su territorio que siguiendo el cauce del Arlanzón llegaba hasta los cerros que circundan la ciudad de Burgos, distante apenas una decena de kilómetros y donde también se han hallado asentamientos prehistóricos. Dadas sus arduísimas condiciones de vida no es difícil imaginarlos; organizados, con rudimentarias armas y a pie -desde luego- dispuestos a defender a su tribu, tributo necesario para su subsistencia de la que dependería la evolución de los pueblos europeos.

Desde estos primeros “infantes” hasta nuestros días, la Infantería Española ha sabido demostrar, en opinión de los más autorizados tratadistas que es –sin lugar a dudas- la “Mejor Infantería del Mundo”. Veamos por qué:


Míticas y legendarias fueron las infanterías Asiria, Hitita e Hicsa conquistadoras de imperios que fueron sucumbiendo sucesivamente a manos de otras infanterías más evolucionadas como las falanges griegas, de cualquiera de sus “Polis”, donde resaltaron los míticos “hoimoi” espartanos con sus legendarias gestas. Pero estas infanterías nunca llegaron a enfrentarse con españoles, aunque es posible que ya contasen, como mercenarios, con los épicos “Honderos Baleares”.

Esta primacía bélica sucumbiría con la llegada de la Falange Macedónica de Alejandro Magno con una nueva táctica basada en el predominio de empleo de la infantería ligera como los egregios “hoplitas” que casi desnudos, a veces sin su “hoplon” (escudo) y tan solo armados de su “kopis” (espada), fácilmente superaban a sus contendientes griegos. Entre aquellos hoplitas de Alejandro sobresalían los peonios, también llamados “peones”, término este último que coincide con el nombre dado a los soldados de a pie de las mesnadas castellanas medievales como más tarde veremos.

Siguiendo el hilo de las sucesivas infanterías forjadoras de imperios, llegamos a las legiones romanas portadoras de su cultura y civilización cuyos valores aun perduran. La supremacía alcanzada por este novedoso modelo de infantería se basó, en un principio, en la organización jerárquica fragmentada en unidades subordinadas. Esta estructura de “Legión Manipular” (“manipulo” era una de sus subdivisiones) fue la que hizo sucumbir a las falanges macedónicas y permitió conseguir brillantes victorias tanto en las Galias como en Britania, extendiendo rápidamente el imperio por toda Europa.


Pero la invasión romana de Hispania fue frenada por la infantería de las diferentes tribus ibéricas, -pata negra-, de aquellos iberos pobladores de ambas riberas del Ebro (“Iberus Flumen”) del que reciben su nombre y que muy probablemente eran en gran parte descendientes de aquel “Hombre de Atapuerca” como aquellos Autrigones, Bárdulos, Bascones, Caristios o Vacceos que hicieron que el propio emperador Octavio Augusto tuviera que desplazarse desde Roma hasta aquí -hasta Sasamón en la provincia de Burgos- para dirigir personalmente la guerra contra aquellas tribus que como ninguna otra antes se resistían y cuyo principal baluarte estaba en las burgalesas tierras de Amaya.


Aquellos infantes iberos estaban armados de su mítica y temible “falcata”, una novedosa espada corta pero robusta, afilada y bien equilibrada que con su golpe de corte de hacha y su punta aguzada destrozaba las defensas de los romanos quienes no tardarían en copiarla y adaptarla como su “glaudius hispaniensis”. El arma larga ibérica era el “soliferrum”, una resistente lanza cuyo hasta era imposible de partir por las “spathas” romanas ya que era toda de hierro y como defensa usaban la “caetra”, un escudo pequeño de piel curtida de carnero, redondo y liviano pero muy resistente. Estas armas, cuando un infante caía en combate, eran inutilizadas y enterradas solemnemente con él, gracias a este rito se han recuperado muchas en nuestras comarcas.


INFANTE IBERO


La novedosa táctica de combate ibérica era el hostigamiento en forma de lucha de guerrillas -aquí es donde se inventó este tipo de combate- que con audaces golpes de mano primero lanzaban potentes salvas de sus “soliferrum” con lo que lograban desorganizar las rígidas formaciones romanas para después, roto el cuadro, pasar a la lucha cuerpo a cuerpo destrozando fácilmente las corazas romanas con sus falcatas. Con el éxito obtenido y dado que no contaban con ventaja numérica, se retiraban velozmente para reorganizarse y volver a atacar cuando el factor sorpresa les fuera conveniente.

Pero el arma más poderosa con la que contaban era la “voluntad de vencer” ya que luchaban en legítima defensa de sus hogares, familias y territorios, como los heroicos Defensores de Numancia en las castellanas tierras de Soria, en contraposición con la idea de guerra de los legionarios romanos que tan solo combatían por su “salarium” (salario, pago en especie con sal que llegaba a valer su peso en oro).

Con la decadencia del Imperio Romano llegaron los Visigodos que menos hostiles e invasivos se establecieron junto a los iberos en fraternal convivencia, llegando a ser un solo pueblo, hasta que la invasión musulmana hizo nacer la Mesnada Castellana que a la vez que los Almogávares de Aragón y los Guerreros Astures iniciaron la Reconquista. Esta contienda que duro ocho siglos vio florecer la Infantería, con aquellos llamados “peones”, como ya hemos citado, que aun conservan fortalezas como en los burgaleses pueblos de Castíl de Peones o Salas de los Infantes.

La Hueste Real Castellana estaba perfectamente estructurada y conformada por: La Mesnada Realenga, Las Mesnadas Señoriales, Las Mesnadas de Cibdad y Las Órdenes Militares, su escala jerárquica comenzaba en el propio Rey quien estaba obligado, por sus propios fueros, a participar en las campañas siendo su incapacidad motivo de abdicación. Junto al Rey comandaba la Hueste el Alférez Real, cargo que desempeñó nuestro principal héroe el Cid Campeador y que mas tarde, ya en la Alta Edad Media y Moderna, sería sustituido por el cargo de Condestable de Castilla, Mando Supremo de todos los Ejércitos de España cuya sede siempre estuvo en Burgos.

La Mesnada Señorial Castellana era la que mediante “fonsadas” “apellidos” o llamamientos era reclutada por un “Comes” (conde) entre los vecinos de su circunscripción que no eran soldados, ya que no cobraban sueldo y les horripilaba la idea del mercenario, si no que se aprestaban libremente a organizarse en su propia defensa mediante aquellos apellidos, que no levas, que tan frecuentemente tuvo que hacer Fernán González “El Buen Conde” para defenderse de las “algaras” moras.


Cada mesnada, comandada por el propio comes, tenia un “Alférez” portaestandarte, un “Maiurinus” o “Merino” que a través del “Anubdator” se encargaba del alistamiento y la logística, también existían “Sayones”, “Añafiles” y “Atalayeros” destinados a transmitir las ordenes y dar la alarma haciendo sonar sus cuernos de guerra y “Servidores de Abnudas y de Almenas”, encargados de la alimentación y la fortificación, “Escoltas” para la seguridad y “Escuderos”.


ATABALERO, SPATHARIOS Y MONTERO

La fuerza estaba compuesta, en su mayoría, por Peones de Infantería al frente de los cuales estaban sus “Cabdiellos” (caudillos, capitanes), y “Almocadenes” y “Decenarios” como mandos subalternos, (estos últimos mandaban sobre diez peones lo que les haría equivalentes al sargento actual). Los peones de tropa se dividían según sus especialidades, destacando entre ellos los “Monteros”, protectores de la Real Persona como los actuales que aun proceden de aquellos “Monteros de Espinosa” de las montañas de Burgos.

Después de desalojar a los invasores, estos “Infanzones Castellanos”, casi todos procedentes del pueblo llano, llegaron a alcanzar títulos de hidalguía y nobleza como los otorgados por Alfonso XI, desde entonces y para siempre en adelante, a los hijos de la ciudad de Burgos que hubiesen colaborado en tres o más fonsadas.

En 1492, y justo después de la toma de Granada y pacificación del territorio hispano se produce el descubrimiento del “Nuevo Mundo”. En las carabelas de Colón, fletadas con dineros castellanos, viajan Unidades de aquella Infantería Española que organizada al modo de “Cuadrilleros de la Santa Hermandad”, fundados por Isabel I de Castilla, recorren a pie aquellos nuevos territorios, mezclándose con los indígenas de igual a igual, fundado ciudades y aportando nuestra cultura, lengua castellana y civilización que aun perduran.
Aquellos infantes se distribuían en “Capitanías” (compañías) que al mando de su ya Capitán reunían a más de 800 peones, compuestas de: un “Abanderado”, sobre 20 “cuadrilleros” que ejercían el mando subalterno, unos 700 “piqueros”, 80 “espingarderos”, y los correspondientes “atambores”.

INFANTE CASTELLANO ADMIRANDO UN TEMPLO ENTRE UNA MULTITUD DE INDIGENAS

Con la “Ordenanza” del Contador Mayor Alonso de Quintanilla (1.496) aparece el término “Batalla” (después batallón), para designar la agrupación de varias compañías, y sobre 1.500 con “La Infantería de la Ordenanza” los Reyes Católicos la reorganizan en: “Un tercio de picas, otro de escudados y un tercero compuesto de ballesteros y espingarderos”, Este pudiera ser el origen del término “Tercio” que después definiría a nuestros infantes.

nota) Sigue en II (de la Edad Moderna a la actualidad)

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA BATALLA DE GAMONAL

Después de aquellos sucesos gloriosos del 18 de Abril de 1808, (ver post: “El 2 de Mayo Burgalés”), la presión ejercida por el pueblo de Burgos, el hostigamiento de nuestros guerrilleros y el tener que atender a otras ofensivas, hacen que el 22 de Septiembre, los ejércitos napoleónicos abandonen nuestra población, lo que es acogido con grandes muestras de jubilo.

Pero el soberbio Napoleón, “el Rayo de la Guerra”, no podía admitir ni la derrota, ni que sus ejércitos perdiesen una plaza tan valiosa como Burgos, para ello -él mismo- con lo mejor de sus tropas se encamina hacia Burgos al objeto de reconquistarla, contando con el Cuerpo de Ejército I mandado por el General Victor, el II por Soult, el III por Monceytro, el IV al mando de Lefebvre y el VI por Ney, todo ello unido a la Guardia Imperial que manejaba el propio Bonaparte y la reserva formada por la División del General Merle.

La defensa de nuestra ciudad se encomendó a la Primera División del Cuerpo de Ejercito de Extremadura, cuyo mando supremo hacía poco que había recaído en el General D. Ramón Patiño, “Conde de Belveder”, a la sazón un joven inexperto de 32 años, personaje muy curioso, que en muy poquitos años había ascendido, por extraños méritos, de simple Guardia de Corps a General, siendo más experto en amoríos en los salones de la Corte Madrileña que en el mando militar.

Esta División estaba reforzada con el Batallón de Escolares de Benavente y el Provincial de Tuy, y en total se contaba con 6.069 infantes, 2.672 caballos, y un pequeño grupo de artillería con 4 piezas del Ejército de Galicia, la Infantería era comandada por el general D. José María Alós, y la Caballería estaba a las órdenes de D. Juan de Henestrosa, fuerzas a todas vistas insuficientes para enfrentarse a aquel potentísimo enemigo, por ello Belveder recibió ordenes expresas de establecer una defensa periférica de la ciudad desde los cerros que la circundan, esperando la llegada del Ejercito Inglés del general Blake que acudía en su auxilio.

ESQUEMA ORIGINAL DE LA BATALLA DE BURGOS O DE GAMONAL

Mientras tanto los franceses avanzaban por la Bureba hacia Burgos, según orden del propio Napoleón fechada el día 8 de Noviembre de 1808 en su campamento de Cubo de Bureba. Tan solo la vanguardia formada por la División Mouton y la Caballería Ligera del General Lasalle reunía a 20.000 infantes y 4.000 caballos y había sido avistada ya en los altos de la Brújula, precedida de aquellos temibles lanceros polacos que se sabe habían vivaqueado pernoctando en Quintanavides. Detrás venía la División Bonnet acompañada de los aguerridos Dragones de Milhaud, “...que caminando al paso, parecían mas ir a una parada militar, que hallarse en una campaña militar...”.

El 9 de Noviembre de 1808, Belveder, desobedeciendo la orden de esperar a Blake, y en contra del criterio de los otros Generales de Carrera más expertos y veteranos, decide oponer batalla al ejercito de Napoleón y lo hace en el sitio menos aconsejable, pues despliega sus tropas en línea delante del actual monte de Gamonal, ya cerca de Villafría, situando la vanguardia de exploración y toma de contacto en las alturas de Rubena, y allí, al descubierto, expone sus hombres ante el mayor ejercito del mundo en la época, mientras la defensa inmediata de la ciudad se le encomienda a la mal armada y atemorizada población burgalesa.

Realmente la batalla debería llamarse de Villafría pues fue en términos de este pueblecito donde tuvo lugar, aunque la batalla como es obvio, era por recuperar Burgos, “Batalla de Burgos” tal y como consta en el propio cenotafio del emperador, bajo la cúpula de Los Inválidos de París junto con el nombre de sus principales campañas, igualmente inscrita en el Arco de Triunfo de París;  donde Burgos –y no Gamonal como algunos creen- aparece cronológicamente entre las batallas de Le Boulou y Espinosa.

FOTOGRAFÍA DE LAS BATALLAS DEL ARCO DE TRIUNFO DE PARÍS, 
(BURGOS EN LA ESQUINA SUPERIOR DERECHA)


Al amanecer del día 10 sucedió la tragedia que era de suponer, solamente parte de la caballería francesa al mando de Lasalle, y algo de la infantería de Mouton, todos ellos comandados por Bessiers, fueron suficientes para derrotar a nuestro ejército.

La Batalla no llego a ser tal sino una horrenda derrota, pues a las 11 de la mañana ya unos pocos supervivientes huían en desbandada perseguidos por los franceses, algunos atravesando fugazmente el escaso caserío de Gamonal, donde los pocos lugareños que no se habían refugiado en Burgos les veían pasar sin poder socorrerles, mientras otros se retiraban por las riberas del Arlanzón para ponerse a salvo en Burgos.
BATALLA DE BURGOS POR PHILIP POTEAUX

Tan solo las bizarras Guardias Wallonas (Guardias Españolas de Infantería de guarnición en Burgos), fueron capaces de aguantar estoicamente las sucesivas cargas de caballería, formando en cuadro, hasta quedar solamente 74 hombres vivos sin rendirse:
“El jefe accidental del Batallón, D. Vicente Genaro de Quesada, se mantuvo en su puesto esperando la muerte, y cuando algunos jinetes franceses se le acercaron exigiéndole la entrega de la espada, aún intentó defenderse, en cuya pelea heroica sacó fuera de combate a uno de los enemigos e hirió a otro, hasta que rendido de fatiga y acribillado de heridas, cayó casi exámine sin conocimiento, que no recobró hasta al ser curado en el hospital de sangre”.

“Henestrosa al frente de los Húsares, trata de contener el ataque, pero el desastre es total y desolado busca incesantemente a Belveder, al cual desde el inicio del ataque francés no ha vuelto a ver. Poco podría imaginarse aquél, que Belveder, a los primeros síntomas del desastre, había emprendido fugaz huida hacia Burgos, pensando sólo en su salvación, y desentendiéndose de la situación desesperada en que se hallaban sus hombres”.

“Al mando de los Granaderos Provinciales de Burgos se hallaba el joven teniente don Juan Díaz Porlier, que tan sólo con 20 años de edad, ha sido testigo de un nuevo descalabro de los ejércitos regulares españoles, la retirada a que se vió forzado, debió de ser perfectamente llevada a cabo, ya que aconsejado por el sargento de Granaderos, Amor Pisa, gran conocedor de aquellos parajes y de la protección que les podía brindar el terreno en aquella apurada situación, inician la marcha hacia los montes de Oca y el cauce del Alto Ebro".
GUARDIAS REALES WALLONAS

La Ciudad de Burgos, fue entregada al saqueo de los soldados de Napoleón: “Cogieron también como botín 2.000 sacas de lana merina, que vendida en Bayona produjo muchos millones”.

Una vez consolidada la situación, la noche del día 11 el Emperador entra en Burgos sin triunfalismos, reservando los fastos en honor de su hermano José Bonaparte que permanecía aún acantonado en Briviesca. Napoleón establece su Cuartel General y domicilio en el Consulado del Mar custodiado día y noche por su Guardia Personal de Mamelucos y desde aquí, el “Pequeño Cabo” (Le Petit Caporal), como le llamaban sus soldados o “El Gran Corso” como le apodaban los que le temían, dirige las campañas militares de ocupación del norte de la península.

De aquellos infaustos días es mejor no rememorar nada y mucho menos celebrarlo, en cualquier caso, es de agradecer la caballerosidad de los generales franceses que consiguieron la promesa de sus compañeros de que nuestra Catedral no fuese atacada y el rasgo del General Bessiers quien acudió al hospital a visitar y devolverle la espada al moribundo Comandante Quesada, que al frente de sus Guardias Españolas, fueron los únicos que demostraron una actitud heroica.

Nota) Una vez más la historia presenta coincidencias y hay que advertir -para evitar errores- que existe otra “Batalla de Gamonal” que se desarrolló en entre las provincias argentinas de Santa Fé y Buenos Aires el 02SEP1820.

martes, 14 de octubre de 2008

JUAN DE GARAY, INDISCUTIBLEMENTE CASTELLANO

Dada la controversia suscitada por el lugar de nacimiento de Juan de Garay, me he puesto a consultar diferentes obras de diferentes historiadores e investigadores internacionales como el muy reconocido Franco-Argentino Paul Groussac, evitando a los castellanos y españoles que pudieran mostrar tendencia, para llegar a la conclusión de que en casi todos estos estudios se reconoce al ilustre fundador, entre otras, de la ciudad de Buenos Aires como natural de Villalba de Losa, población burgalesa del castellanísimo Valle de Losa.
Juan de Garay

Es el propio Juan de Garay quien declara en documentos ser natural de Losa y en otros especifica ser de Villalba, tan solo en algunas biografías recientes, de autores vascos, y no se sabe bien con que aviesas pretensiones, se intenta equivocar al lector diciendo que aquel intrépido conquistador nació en Orduña, población muy cercana a la otra que se encuentra actualmente en la provincia de Vizcaya, aduciendo que hubo un incendio en Orduña que hizo trasladarse a la familia de Garay de uno a otro pueblo. En su vano intento arguyen, casi como única razón, que el apellido Garay es vasco, obviando tal vez intencionadamente, que realmente es un topónimo, que como otros muchos en lengua vascuence, se repiten en toda la geografía de las Merindades de Castilla ya que antes de la romanización era el idioma común.

Es de resaltar el hecho que estas ultimas biografías se parecen muchísimo a las anteriores, coincidiendo sospechosamente en todo, menos en el dato del lugar de nacimiento. La divulgación de este dato erróneo parece obedecer a aquel dicho de quien carece de historia está obligado a inventársela” y ha llegado, incluso, a algunas obras de consulta, como una enciclopedia digital donde acabo de leer, no sin asombro, que Juan de Garay nació en Villalba de Losa, situando erróneamente este pueblo en la provincia de Vizcaya y no en la de Burgos como es correcto.

Por otra parte, la República Argentina y la Ciudad de Buenos Aires no tienen dudas al respecto, reconociendo a Villalba de Losa como el lugar de nacimiento y origen de tan importante explorador y colonizador de sus territorios, y así lo demuestran en monumentos y escritos, como los existentes en la parroquia de Villalba de Losa en cuya placa puede leerse:

CONSAGRADA A LA GLORIOSA MEMORIA
DEL GENERAL
D. JUAN DE GARAY
NATURAL DE VILLALBA DE LOSA
FUNDADOR DE LAS CIUDADES
DE STª FE DE LA VERACRUZ Y BUENOS AIRES
EN EL RÍO DE LA PLATA
*1528 +1583
___________
LA COLOCÓ PERSONALMENTE
EN NOMBRE DE LA REPÚBLICA ARGENTINA,
SU DELEGADO AL CONGRESO
INTERNACIONAL DE LA RABIDA
Y FIESTAS DEL 4º CENTENARIO
DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
MDCCCLXLII

Placa conmemorativa en el Templo Parroquial de Villalba de Losa

Tampoco el Reino de España muestra dudas al respecto, ya que en 1980 se conmemoró en la ciudad de Burgos y en Villalba de Losa el 400 aniversario de la fundación de la ciudad de Buenos Aires con diversas celebraciones que contaron con la presidencia de honor de la Reina Dª. Sofía y la asistencia del Embajador de la República Argentina y otras altas autoridades, de esta forma se recordaba a este insigne castellano con un monumento rematado por una carabela, erigido en la Plaza de España de la Cabeza de Castilla, en cuya cartela exornada con los escudos de las ciudades de Burgos y Buenos Aires se lee:

LA CIUDAD DE BURGOS A LA CIUDAD DE
BUENOS AIRES EN LA CONMEMORACIÓN
DEL 400 ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN
POR EL BURGALÉS JUAN DE GARAY
Junio de 1980

Monumento en Burgos a Juan de Garay

En Villalba de Losa se viene celebrando el Día de la Comunidad Argentina, donde se reúnen los argentinos residentes en España, incluso los del País Vasco. Con motivo del 435 aniversario de la fundación de la Ciudad de Santa Fe de La Vera Cruz, ésta importante ciudad no dudó en hermanarse con Villalba de Losa, como cuna que es de su fundador, tal y como se recoge en las actas firmadas por el Intendente de Santa Fe, D. Mario Barletta y por el Alcalde de Villalba, D. José Losa. A dicho relevante acto oficial asistieron la Cónsul Argentina Dª. Georgina Bortolotto, el Vicecónsul Español D. Gustavo Cueto y dignos representantes de entidades españolas en la Argentina como los Centros: Balear, Gallego, Asturiano, Riojano y la Comunidad Castellana residente en aquellas tierras.

Por tanto; el origen castellano de Juan de Garay no admite discusiones, ya que sus más antiguos biógrafos, incluso su propia hija, no dudaron en afirmar que era castellano, no obstante, para los que se empeñan en mantener que era de Orduña, habría que recordarles que cuando nació Juan de Garay, no solo Orduña, sino todo el Señorío de Vizcaya desde su fundación eran castellanos, así como otros muchos territorios encuadrados, hoy en día, en las Provincias Vascongadas.

En cualquier caso; si alguien le hubiese preguntado a Garay en su tiempo su procedencia, él hubiera contestado, sin duda, que era Castellano ya que el termino “Español” estaba recién acuñado y casi nadie lo usaba, por otra parte; en el caso muy poco probable que él conociese el término “vasco”, solo representaba para él un antiguo pueblo que unido a autrigones y bardulos, entre otros, habían poblado en tiempos remotos aquellos lugares de la Bardulia, pero nadie se reconocía como vasco ya que era, más bien, un término despectivo.

Por ultimo, y para desfacer otro entuerto que se viene prodigando últimamente, donde se dice que Juan de Garay no fundó Buenos Aires, sino que tan solo la refundó, hay que decir que lo que había construido en el mismo lugar Pedro de Mendoza en 1536 no fue una ciudad, sino el llamado Fuerte de Nuestra Señora del Buen Aire, que no tenía mas pretensiones que la de ser un pequeño asentamiento defensivo y que poco después fue destruido por los indios. En 1580 Garay recibe el encargo de fundar allí una ciudad; con lo que ello significa, dada la importancia política y económica de mantener un puerto importante en el Atlántico para recibir las naves que llegaban desde España, así el 11 de Junio de 1580 y con las formalidades precisas fundó, en nombre de Castilla, no ya un fuerte, sino la “Ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Santa María de los Buenos Aires”, que es como él mismo les intitula en su acta fundacional:

“Conforme a las capitulaciones que el muy Ilustre Señor Adelantado Juan Ortiz de Zárate, (que haya gloria) hizo con la Majestad Real del Rey don Felipe (fue el II de este nombre), Nuestro Señor, y a mí, por virtud de sus poderes reales, para que, en nombre suyo y de Su Majestad, yo gobierne estas Provincias y haga en ellas las poblaciones que me pareciere ser convenientes para ensalzamiento de Nuestra Santa Fe Católica y para aumento de la Real Corona de Castilla”.


Nota) se recomienda no confundir con el general Juan de Garay Otañez y Rada, I Marqués de Villa-Rubia (Madrid 1586; †Gelsa, Aragón, 1650)



lunes, 29 de septiembre de 2008

LA MORCILLA DE BURGOS

Existen muchas cosas que llevan el apellido de nuestra tierra como seña de identidad, una de ellas es la afamada e insigne Morcilla de Burgos, (así con mayúsculas). Aunque es el mismísimo Platón quien atribuye que fue concebida por su paisano Aftónites, no se sabe con certeza su procedencia, bien pudiera ser burgalesa y haber viajado a aquellas latitudes, en cualquier caso es también loada, cual si de un héroe se tratara, por Homero en su Odisea y es posible que Ulises no hubiera vuelto a Ítaca sin el aporte proteico de tan singular producto.


S.M. LA MORCILLA DE BURGOS
Su etimología, ya documentada en el 1.400, es puramente castellana y es posible que proceda del prerromano ibérico “morcón” a través de su derivado “murcella”, ambos emparentados con el término céltico “mukorno”, (muñón), el portugués “morcela” y el vascongado “mukarra”. No obstante y con una raíz parecida, existe muy cerca de la Ciudad de Burgos (8 kmts.), la antigua población de Morquillas, nacida al amparo de la fundación de la Ciudad en el 884 y en la misma Ciudad existe, desde siempre, un barrio y calle denominados “El Morco”.
Por otra parte está la voz “morcuero” que emana de los májanos de piedras que se construían como ofrenda a Mercurio, pero pensamos que no tiene nada que ver con lo anteriormente expuesto, aunque en latín vulgar y descendiente del griego “amaurós”, también existe el término “mauricellus”, diminutivo de “maurus” (moro), que bien pudiera aludir al color negro de este sabroso manjar que nos ocupa, no si bien ya hemos visto que existen antecedentes más antiguos y además no han trascendido a otras lenguas romances ni al italiano actual ya que allí este tipo de embutidos se denominan “sanguinaccio”.
Baltasar del Alcázar “El Poeta Gastrónomo” de nuestro Siglo de Oro, llegó a ensalzarla como: “!Oh, gran señora digna de veneración!” y en el teatro existe una acepción diferente del término que se refiere, desde antiguo, a los añadidos que algún actor mete de su invención, a veces como recurso, durante una representación. A este respecto, el célebre José Luis López Vázquez, quien suele utilizar estas técnicas, siendo esperadas y aplaudidas por el público, nos decía que las mejores morcillas no son las suyas si no las de Burgos.
Entre nuestra paremiología existen refranes como: “Morcilla cular, a muchos ofrecen y a pocos dan”, “Donde has hecho astillas, que te den morcilla”, “Carne en calceta, que la coma quien la meta” o “La morcilla reciente, cómela con tu pariente”, todos ellos alusivos a nuestra morcilla.
También existe la conocida expresión: “¡Que te den morcilla!”, con la que rechazamos a alguien y que proviene de la costumbre que existía, en epidemias de rabia, de eliminar a los perros infectados con trozos de este producto envenenados.
Otra posibilidad, esta ya de germanías, es la que se utiliza como eufemismo de pene y ya casi, como que voy concluyendo este apartado etimológico, pues corro el riesgo de “repetirme como las morcillas”, modismo, este último, también profusamente utilizado.


Entre nuestras tradiciones, existe la inmemorial de celebrar con una “morcillada” en la vecina Cartuja de Miraflores, a S. Bruno (6 de Octubre) quien fue el fundador de la Orden Cartujana, lo mismo que nos acercamos el día de San Martín a la próximas localidades de Sotopalacios y Vivar del Cid (cuna de nuestro héroe), para saborear esta suculenta vianda.
La citada Cartuja de Miraflores, se mandó construir como enterramiento de Juan II de Castilla, donde yace, en el tal vez, más soberbio sepulcro gótico. Su hija Isabel I de Castilla “La Católica”, en unas ordenanzas suyas de 1.526 ya dicta normas sobre su correcta elaboración: “Los que vendieren o ficcieren morcillas para las vender en la dicha ciudad o en su tierra, que las fagan de tripas y sangre de puerco y no de sangre de vaca ni de carnero ni de otro animal”.

Nuestra Morcilla de Burgos esta asociada a las características de nuestro clima invernal que favorece su oreo y conservación y es básica en nuestra gastronomía ya que suele aportar sustancia a diferentes platos como la insuperable “Olla podrida” o el cocido típico, aunque se suele degustar sola o acompañada de huevos fritos o tiras de pimiento rojo asado, ya sea cruda (recién cocida), frita o asada, pero siempre bien caliente y a ser posible reciente.
Su elemento diferenciador es la cebolla “horcal”, una variedad autóctona de gusto suave, picor moderado y con una peculiar cáscara que garantiza su conservación ya que se solían cultivar esmeradamente en la huerta de cada familia, cosechándose en otoño, colgándose después en ristras, en lugar seco y aireado hasta su utilización.


Aunque antaño, las morcillas, se elaboraban durante la matanza del cerdo, hoy en día existe un centenar de empresas dedicadas a su elaboración tradicional agrupadas en La Asociación de Fabricantes de Morcilla de Burgos, quien vela por su promoción y homologación, con una producción estimada de 10.000 Tm., habiendo traspasado ya ampliamente los mercados territoriales para introducirse en otros mas lejanos como apreciada gollería exigida por los gourmets mas exquisitos.

Sus ingredientes básicos son: cebolla, sangre de cerdo, arroz y manteca, a la que se añaden diferentes especias, según zonas, pues coexisten las variedades de: Cardeña, Arlanzón, Sotopalacios, Covarrubias, Miranda de Ebro o Aranda de Duero, entre otras, y cada una con un toque singular ya sea de orégano, pimienta negra, pimentón, canela, alcaravea, clavo, tomillo o incluso anís. En cualquier caso, de esta morcilla nuestra siempre se ha dicho que debe ser: “sosa, grasosa y picajosa”, o también: “piripicante” y “piripisosa”.


Como ya hemos dicho, la elaboración de las morcillas se realizaba durante la matanza del cerdo, costumbre ancestral que suponía una fiesta y por la que las familias disponían de carne durante casi todo el año ya que las despensas se llenaban de jamones, perniles, chorizos, picadillo, tocino y patas, orejas, costillas o careta, estas últimas en adobo o debidamente conservadas en orzas de barro con aceite.

Dicha matanza tenia lugar a mediados de Noviembre, de aquí el dicho: “A cada cerdo le llega su San Martín” (11 de Noviembre), allí, una vez sujeto el cerdo por varios hombres, el matarife le realizaba un corte en el cuello procediéndose a recoger toda su sangre que se debe batir para evitar que se coagule.
Una vez extraído el vientre y la manteca y bien lavadas las tripas se cortan estas a un tamaño promediado de 15 cts., cosiéndose o atándose por uno de sus extremos, mientras tanto se mezclan bien y a partes iguales: la cebolla muy picada, el arroz y la manteca con la sangre, (la cantidad de esta última suele ser un 25% más que las otras), se le añade poca sal, bastante pimienta y las especias reseñadas al gusto. Una vez reposada esta mezcla, por algunos llamada “bodrio” y por otros “mondongo”, se “entripa” a mano ayudándose de un embudo gordo, eso si, teniendo especial cuidado en no llenar las tripas más del 50%, pues de lo contrario pudieran explotarse al hincharse el arroz durante la cocción.
Ya cosido o anudado el otro extremo con hilos mas largos para después colgarlas, se introducen las morcillas en una caldera de cobre para darlas un hervor suave durante aproximadamente una hora, durante la cocción pasan del tono rojizo a su característico color negro, y hay que estar pendiente de las que floten a la superficie para pincharlas con una aguja “matancera”, para evitar que revienten por acumulación de gases, aunque tradicionalmente se solía introducir en el caldo una moneda de cobre a estos mismos efectos.
Concluida la cocedura se extraen una a una, disponiéndolas sobre lenzuelos de sabana basta para que se enfríen y se sequen para posteriormente colgarlas al oreo en sitio reservado, desde donde se van retirando según se consumen.
El caldo restante en la caldera, donde ha quedado la “enjundia” de las morcillas, se llama “caldo mondongo” o “calducho”, es muy graso y se consume al momento, como consomé entrante de la colación típica de la matanza, para combatir los rigores invernales.

GRAN CÁPITULO DE LA COFRADÍA DE LA MORCILLA BURGENSIS

Entre las sociedades gastronómicas de Burgos existe la “Muy Sabia Cofradía de la Morcilla Burgensis”, hermanada con otras de Francia como la “Confrerie des Chevaliers du Goute Boudin”, en cuyo capitulo, La Morcilla de Burgos fue reconocida con la Medalla de Oro, entre otras más de setecientas internacionales que se la disputaban, e igualmente ha sido distinguida por las Cofradías Portuguesas: “La Panela ao Lume”, “Vinho do Porto” y “Vinho Verde” entre cuyos cofrades se encuentran el Rey D. Juan Carlos y el Príncipe Felipe.

sábado, 13 de septiembre de 2008

BURGOS PRIMA VOCE

Entre los lambrequines que exornan el blasón de la Ciudad de Burgos pueden leerse, “desde siempre”, sus títulos mas honrosos: "CAPUT CASTELLAE", "CAMERA REGIA", "PRIMA VOCE", ET FIDE", es decir: Cabeza de Castilla, Cámara del Rey, Primera en la Voz y La más Fiel.

Este antiquísimo escudo, conocido ya en las antiguas crónicas como el “Caput,” aparece documentado en 1259 junto a otras distinciones como la de: “Quae Reges Peperit” (la que parió a los reyes), aunque el emblema es, a todas vistas, muy anterior, probablemente unido al rango de “Ciudad Permanente” alcanzado allá por el 884. La presencia en él de la figura del rey indica que Burgos ya era la sede de la Corte Castellana como Capital de Castilla, desde donde se administraba la Real Justicia y se acuñaba la moneda y la ciudad donde nacían, habitaban y se enterraba a los reyes.

La nominación como PRIMA VOCE, alude a la prerrogativa inmemorial que otorgaba a los representantes de la Ciudad el privilegio de ser los primeros en hablar en las Cortes, es decir, de ser la PRIMERA VOZ, y también de sentarse los primeros a la derecha del rey, de tal forma que aquellas sesiones comenzaban con la frase ritual pronunciada por el Soberano diciendo: “QUE HABLE BURGOS”.
Este derecho adquirido por Burgos, como Cabeza de Castilla, siempre fue codiciado por otras poblaciones del reino, y generó grandes controversias, sobre todo con Toledo, cuyos procuradores se enzarzaron en verdaderas luchas políticas por la preeminencia de esta potestad.

Ya en unas cortes convocadas por Alfonso XI, tiene el rey que dirimir estas diferencias, otorgando las sabidas palabras de: “HABLE BURGOS, QUE YO HABLARÉ POR TOLEDO", reconociendo de esta forma que los procuradores de la Cabeza de Castilla debían de pronunciarse incluso antes que el propio Rey. Según ha trascendido, esta cuestión ya entonces llegó a ser de extrema gravedad, siendo defendida la causa burgalesa por D. Juan Núñez de Lara, mientras que la toledana lo era por el propio infante D. Juan Manuel.

El hijo de Alfonso XI, el burgalés Pedro I, se ve también inmerso en esta controvertida cuestión, teniendo que reafirmar lo dispuesto por su padre en los siguientes términos rescatados de un acta de la época:
“SEPAN QUANTOS ESTA CARTA VIEREN COMO YO DON PEDRO, POR LA GRACIA DE DIOS REY DE CASTILLA, DE TOLEDO, DE LEON, DE GALICIA, DE SEVILLA, DE CORDOVA, DE MURCIA, DE JAEN, DE ALGECIRA E SEÑOR DE MOLINA; PORQUE FALLÉ QUE TOLEDO DE TIEMPO DE LOS REYES GODOS ACA, FUÉ E ES POBLADA DE CABALLEROS FIJOSDALGO DE LOS BUENOS LUGARES DE ESPAÑA, E NO LOS DIERON PENDON NI SELLO, E FUERON E SON MERCED DE LOS REYES ONDE YO VENGO, NIN HAN SINON EL MIO; E PORQUE LO FALLÓ ASSI EL REY DON ALFONSO MIO PADRE, QUE DIOS PERDONE, EN LAS CORTES QUE FIZO, E ERA CONTIENDA QUALES FABLARIAN PRIMERAMENTE EN LAS CORTES, POR ESTA RAZÓN TUVO ÉL POR BIEN DE FABLAR EN LAS DICHAS CORTES POR TOLEDO. E POR ESTO YO TUVE POR BIEN DE FABLAR EN LAS CORTES QUE YO AGORA FIZE AQUI, POR TOLEDO. DADA EN LAS CORTES A LOS NUEVE DIAS DE NOVIEMBRE . ERA DE MIL TRECIENTOS E OCHENTA E NUEVE. YO EL REY.
Como vemos esta real cedula no hace si no reafirmar el privilegio de Burgos de hablar en Cortes incluso antes que el propio Rey, reservándose él, el derecho de hablar por Toledo con posterioridad, incluso darles su pendón y su sello pues carecían de ellos, mientras que Burgos ya ostentaba en su blasón entre otros títulos el de Prima Voce.

La pretensión toledana siguió en el tiempo, así en 1760 en la coronación de Carlos III surge de nuevo la cuestión cuando los procuradores se determinaban a prestar juramento, teniendo que intervenir de nuevo el rey en los siguientes términos: “TOLEDO JURARÁ CUANDO YO LO MANDASE: JURE BURGOS”.
Ya en nuestros días, hay que reconocer que un diputado en Cortes por Burgos, el recientemente fallecido D. Juan Manuel Reol Tejada, intentó que se siguiese reconociendo este derecho de primacía en la voz, y aunque no se le otorgó por no estar así dispuesto en el reglamento de esta Alta Cámara, dejó por lo menos reflejado en acta este privilegio que Burgos ostenta desde tiempos inmemoriales.

martes, 5 de agosto de 2008

¿PUDO SER VIZCAYA OTRO GIBRALTAR?

El presente episodio es totalmente histórico y veraz, tal y como el lector avezado podrá comprobar en las diversas crónicas, tanto castellanas como francesas e inglesas, que aquí obviamos por su extensión, limitándonos a narrar los hechos en un lenguaje actual para su mejor comprensión.

Corrían los tiempos de Pedro I; Rey legitimo de Castilla, natural y vecino de Burgos, cuando su hermano bastardo; Enrique de Trastamara, intentaba arrebatarle el trono; acudiendo para ello a la ayuda del Reino de Francia quien le envió, no sin intereses, un formidable ejercito, las “Compañías Blancas” al mando de Bertrán Dugesclin.



El Rey Don Pedro se entrevista con el Príncipe Negro (ilustración de un códice inglés)

El 23 de Septiembre de 1366, Pedro I otorga en Libornia, ante el notario apostólico Juan de Londiniis, un documento mediante el cual se compromete a pagar al Príncipe de Gales la sustanciosa cantidad de quinientos cincuenta mil florines si este le ayuda con sus tropas en la contienda.

Después de conseguir la victoria en la batalla de Najera, donde las tropas inglesas no tuvieron especial relevancia, el Príncipe Negro, como le denominan las viejas crónicas al de Gales, muestra prisas por cobrar; sabiendo la falta de liquidez del Rey de Castilla, inmerso en economía de guerra. En este orden de cosas la pretensión del inglés era que si no podía pagarle en ese momento le entregase la soberanía del Señorío de Vizcaya y el puerto de Castro Urdiales, ambos entonces Reino de Castilla, para salvar la deuda.

Batalla de Nájera (miniatura miniada de una crónica castellana)

Con este anhelo de cobranza llegan los ingleses a Burgos, a entrevistarse con el Rey, instalándose el Príncipe de Gales en las Huelgas y su hermano, el Duque de Lancaster (al que los castellanos llamaban “Alancastre”), se hospeda en el Convento de San Pablo; de igual modo, y como soterrada medida de presión, las tropas británicas se instalan en las villas circundantes no alejadas más de cinco leguas y además exigen, no sin recelo, que se les entregue una de las puertas de la ciudad, la de San Pablo, aduciendo la seguridad del Príncipe.

El 2 de Mayo de 1367, en medio de un solemne acto celebrado ante el altar mayor de la Catedral, los ingleses reclaman la deuda ante el Rey Don Pedro, quien reconoce no poder satisfacerla en ese momento, pero se compromete a abonarla a la mayor brevedad, jurando ante los Santos Evangelios, “que corporalmente toca con su mano”. Los ingleses reiteran su pretensión sobre Vizcaya, que era, sin duda, lo que más les interesaba para reafirmar sus ansias imperialistas sobre el resto de Europa, además de la ventaja estratégica de contar con importantes puertos a uno y otro lado del Cantábrico.

Dilatado el plazo y ante la premura del pago, el Rey recurre a la nobleza, clerecía, comerciantes y pueblo de Burgos, quienes sin escatimar esfuerzos, logran reunir la cuantiosa cifra de florines, logrando de este modo que aquellos importantes puertos y territorios castellanos no pasasen a manos británicas con lo que ello pudiese haber significado en el avenir de los siglos.

lunes, 7 de julio de 2008

SANTI YAGÜE

Fue en Castilla; en Clavijo, en la Bardulia primigenia, donde surgió la idea de la reconquista bajo la advocación de Santiago.

Santiago el Mayor se llamaba Jacob (יעקב), hijo de Zebedeo y Salomé, nacido en Betsaida de Galilea, discípulo de Jesús quien le apodó “boanergués”, hijo del trueno. Su nombre se fue castellanizando como Yaco, después Yagüe, (Santi Yagüe) y más tarde Yago, desde aquí solo quedaba una transformación lingüística para llegar primero a Sant Iago y después al Santiago actual. Se le sitúa propagando el Evangelio en Hispania, vuelto a Jerusalém es degollado por orden de Herodes Agripa I en el año 44, sus discípulos devuelven su cuerpo a Hispania, enterrándole en Iria Flavia donde fue hallado por el Obispo Teodomiro siendo después llevado a Compostela.

Pero volvamos a lo de Clavijo; toda una cepa de reyes astur – leoneses que fueron llamados “los holgazanes” venían pagando anualmente el ominoso tributo de las cien doncellas que venían a engrosar los harenes de la morisma: .../... “et que auiendoles miedo que les darie lo que demandeassen por razon quel non diessen guerra et quel dexassen en paz; et enuiaronle pedir que les diesse cada anno L donzellas de las mas fijas dalgo con que casassen, et otras L de las otras del pueblo con que ouiessen entre si sus solazes et su deleyte; et estas cient donzellas que fuessen todas uirgines” .../...

Corría el 844, Ramiro I decide poner fin a esta humillante gabela y se enfrenta al potente ejercito del emir cordobés Abd al-Rahman II, ambos ejércitos se posicionan cerca de la actual Albelda de Iregüa, en las castellanísimas tierras de La Rioja, cae la noche y los cristianos deciden posponer la batalla buscando refugio en un cabezo llamado Clavijo pues estaban en clara desventaja numérica, en este difícil brete Santiago se aparece al Rey y le dice:

“Rey Ramiro, esfuerça en tu coraçon, et sey bien firme et fuerte en tus fechos, ca yo so Yague, el apostol de Jhesu Cristo et vengo a ti por ayudarte contra estos tus enemigos, sepas que Nuestro Sennor Jhesu Cristo partio a todos los otros apostoles mios hermanos et a mi todas la otras prouincias de la tierra, et a mi solo dio a Espanna que la guardasse et la amparasse”.

“Et sepas por uerdad que tu uençras cras en la mannana con el ayuda de Dios a todos estos moros que te agora tienen cercado. Et por que non dubdes nada en esto que te yo digo ueer medes cras andar y en la lid en un cauallo blanco con una senna blanca, et gran espada reluzient en la mano, non dubdedes nada de yr ferir en la hueste de los barbaros, llamando “Dios, ayuda, et Santi Yague”

“Et fueron luego entrar en la fazienda et lidiar con los moros. Otrossi el apostol Santi Yague fue y luego con ellos, assi como les el prometiera, et començaron de ferir en los moros muy de rezio, dando grandes uozes et diziendo: “¡Dios, ayuda, et Santi Yague!” Los moros fueron luego al ora uençudos; et murieron y bien LXX uezes mill dellos, assi como cuenta la estoria. Et desde aquel dia adelante ouieron et tomaron los cristianos en uso de dezir en las entradas de las faziendas et en los alcanços de los moros sus enemigos mortales: “¡Dios, ayuda, et Santi Yague!”.

Esta prodigiosa aparición e intervención de Santiago en la batalla no solo es recogida por los cronistas cristianos pues también los moros afirman haberle visto: “dieron fee e testimonio que lo vieron, vna ligión de caualleros blancos, et aun dizen que ángeles vieran andar sobre ellos por el ayre; et que estos caualleros blancos les semeiaua que les estroyien más que ninguna otra gente”

Como agradecimiento se establece el “Voto de Santiago” mediante el cual se le paga su participación en el combate como a cualquier otro caballero:

.../...“Otrossi establescieron aun pora siempre que de todas las ganancias que fiziessen caualleros cristianos et los otros omnes de armas en sus huestes et en sus lides que ouiessen con moros, que daquel dia adelante que diessen otrossi a la eglesia de Santi Yague como en ofrenda otro tanto como a un cauallero que cayesse en su parte de la caualgada que fiziessen o de la collecha de campo que arrancassen. Et en este fecho, quando esto fue prometido a Santi Yague et establescido que se cumpliesse”.../...

Pero Santiago no solo ayudaba contra los moros, también vemos que en tiempos del Conde Gonzalo Sánchez ante los estragos ocasionados por los normandos en nuestras costas, se enfrentó a ellos derrotándolos: .../...in nomine Domini et honore Sancti Iacobi apostoli.../... .

Posteriormente y ya en la Castilla Independiente, Santiago se vuelve a aparecer al Buen Conde Fernán González antes de la batalla de Hacinas contra Almanzor y le dice:

"¡Ferrando de Castiella, hoy te crece gran bando!"

Las huestes castellanas cobran una gran victoria entrando en combate al grito de “¡Santiago y cierra!”, siendo la primera vez que se recoge este grito de guerra que sería después profusamente empleado. Estos gritos de guerra también fueron empleados por otros reinos, así los franceses entraban en combate invocando a “Saint Oenis”, los bretones a “San Ivo” y los ingleses a “San Jorge”. En esta batalla, según Berceo, Santiago aparece acompañado de San Millán y otros seres celestiales: “muy grand conpaña de angeles, todos armados de armas blancas con pendones blancos, en ellos cruzes coloradas”.

En tiempos de Fernando I de Castilla, antes de la toma de Coimbra a los moros, el propio rey acudió en romería a Compostela para pedir ayuda a Dios y a Santiago, las huestes castellanas entraban en Coimbra tomando su mezquita para convertirla en catedral, donde fueron armados caballeros, bajo la advocación de Santiago, numerosos y señalados caballeros, entre ellos un jovencísimo Rodrigo Díaz de Vivar.

Y precisamente en el Cantar de Mío Cid podemos oírle a este diciendo:

¡En el nombre del Criador e del apóstol Santi Yagüe,
feridlos, cavalleros, d'amor e de gran voluntad,
ca yo só Ruy Díaz, mio Cid el de Bivar.
.../...irlos hemos ferir en aquel día de cras,
en el nombre del Criador e del apóstol Santi Yagüe.../... .
los moros llaman ¡Mafomat! e los cristianos ¡Santi Yagüe! .

En tiempos de Fernando III de Castilla, “El Santo”, el Señor Santiago vuelve a ayudar a los castellanos, primero en la guerra contra el Rey Moro Abenhut y después en la toma de Sevilla donde el propio Rey Santo atribuye a Santiago la victoria: .../...a los merescimientos de Santiago, cuyo Alférez nos somos e cuya enseña traemos e que nos ayuda siempre a vencer.../... .

Alfonso XI de Castilla, en 1322, debía ser nombrado caballero por otro caballero de rango superior y no encontrándolo recurre a Santiago, estableciendo de esta forma la costumbre de nuestros reyes de ser armados caballeros ante la efigie del “Santiago de Armar” que se conserva en las Huelgas Reales de Burgos: .../...tomando él por sí mismo todas las armas del altar de Sanctiago, que ge las non dio ninguno; et la imagen de Sanctiago, que estaba encima del altar, llegóse el Rey a ella, et fízole que le diese la pescozada en el carriello.../... .

Con este mismo Rey se produce la Batalla del Salado contra el Rey Moro Juçaf, un poeta musulmán pone en boca de su Rey el relato de su derrota:

Santiago el de España
los mis moros me mató,
desbarató mi compaña,
la mi seña quebrantó.

En otro párrafo Juçaf, incluso, reconoce haber visto a Santiago peleando entre los castellanos:

Yo lo vi bien aquel día
con muchos omnes armados
el mar seco parescía
e cobierto de cruzados.

El poeta moro sigue relatando la batalla y nos describe un episodio casi cómico, muy del gusto musulmán, donde nos dice que Mahoma llego tarde a la contienda pues se atragantó con unos bollos que estaba comiendo en la Meca, aún así no concibe la victoria castellana sin la intervención de Dios y de Santiago.


En 1413, Juan II de Castilla vence al Rey moro de Granada y el cronista nos recuerda el grito de los castellanos al entrar al combate: .../... en tantas de bozes prorrompe la gente que non entendían sino solamente el nombre del fijo del buen Zebedeo.../... .

Ya en tiempos de los Reyes Católicos Santiago es proclamado: .../...luz e Patrón de las Españas, espejo e giador de los Reyes dellas.../... .

También cabe recordar que Cervantes en El Quijote dice de Santiago: Háselo dado Dios a España por Patrón y amparo suyo y así le llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen.

Terminaremos recordando que el “Voto de Santiago”, donde se le reconoce como caballero, se le “pagan” las soldadas correspondientes y se le agradecen los favores recibidos, se cumplió anualmente desde la Batalla de Clavijo hasta 1812, fecha en que fue abolido por las Cortes de Cádiz con gran protesta del pueblo. En 1936 se reinstauró la tradición y es el propio Rey de España el que se encarga actualmente de hacer la ofrenda, reconociéndole como un caballero más y Patrón de España.



jueves, 12 de junio de 2008

GARRUDO



Muy pocos animales han tenido el privilegio de pasar a la historia; normalmente han sido los caballos, como Bucefalo, Marengo o Babieca, los que han entrado de las riendas de sus gloriosos jinetes a las páginas de la inmortalidad.

Lo raro es encontrar otro tipo de animales que por su distinguido comportamiento hayan alcanzado, ellos solos, esta prerrogativa como es el caso del noble bruto que hoy nos ocupa.

Si buceamos en los fondos documentales de la Catedral de Burgos, encontraremos la singular historia de “Garrudo”, un buey castellano de los de aquellos cabestreros de la Real Cabaña que aún tienen calle y barrio en la Cabeza de Castilla.

“Garrudo” era el más fuerte y el más dócil, por lo que hacia de “guía” de la boyada que se encargaba de transportar esa mole de jaspe que está situada justo al lado del magnifico sepulcro de los fundadores de la Capilla de los Condestables, esta enorme piedra de unas 10 toneladas de peso estaba destinada para soportar el bulto yaciente de D. Iñigo Fernández de Velasco, IV Condestable de Castilla, y que aún aparece vacía pues se sepultó a este en Medina de Pomar.

CAPILLA DE LOS CONDESTABLES,
a la izquierda del bulto yaciente se aprecia la roca de jaspe que se comenta

Para la esforzada maniobra de introducir la voluminosa roca en la Catedral hubo que recurrir a hacer una rampa en la escalera del Sarmental para que los bueyes la arrastraran sobre rodillos, la complicada operación fue seguida por muchos vecinos y por el propio Condestable.

Cuando ya casi habían conseguido su propósito, el desmedido peso venció a los cansados animales que se veían arrastrados ante la desesperación y gritos de sus conductores. Tan solo “Garrudo” consiguió, clavando sus rodillas en tierra, y entre aplausos del publico, que la descomunal losa no se deslizase por la pendiente causando accidentes entre la arremolinada población.

Una vez puestas las cuñas se acercó el Condestable comprobando que el corajudo animal sangraba abundantemente por el hocico debido al fenomenal esfuerzo que había soportado:


- ¿Cómo llamáis a este buey?

- “Garrudo”, señor

- Pues desuncidle y desde hoy determino que no trabaje más y que paste a su albedrío sin ser molestado por naide.

De esta forma “Garrudo” pasó a la historia siendo respetado, admirado y celebrado por los vecinos de Burgos que desde entonces le dejaron pastar libremente en todos sus predios.

Esta pequeña “historia”, real por cierto, no viene más a cuento que significar que en esta Castilla nuestra, cuando de esfuerzos comunes se trata, hasta el más bruto o el más manso sabe sacar arrojo, aunque no siempre se les recompense como a “Garrudo” que, por otra parte, pudo ser el primer prejubilado, ahora que lo pienso. Además cuando le relaté esta anécdota a un amigo me comentó: “No, si es que en Castilla, en apuradas situaciones, hasta los mansos le echamos dos cojones”. Allá él.

jueves, 29 de mayo de 2008

EL CURPILLOS





El viernes siguiente del Corpus Christi se conmemora una festividad donde asoma, cada año, desde siempre, el sentimiento castellano más ancestral. Todo Burgos y todo aquel que quiera asistir, se traslada al Monasterio de Santa María de las Huelgas Reales, donde están enterrados gran parte de nuestros reyes, para celebrar una antigua victoria de las huestes castellanas.


Se trata del “Curpillos”, en esta fiesta, cívico – religiosa – militar, se rememora la victoria de Las Navas de Tolosa, conseguida en el 1212, cerca de La Carolina, en Jaén, donde participaron las tropas castellanas bajo el mando del propio rey Alfonso VIII, quien, como trofeo de guerra, se trajo un tapiz que hacia de pared de la tienda del califa Abu Abdala Mohammed, ben Yakub, ben al Nasr, al que todos conocemos como el rey moro “Miramamolin”, este tapiz no es otro que el llamado “Pendón de las Navas de Tolosa", elaborado en seda bordada en oro, con una estrella inscrita en un circulo y rodeada de un versículo coránico que dice:

"Me refugio en Alláh huyendo de Axaythán el apedreado, en nombre de Alláh, el clemente, el misericordioso, la bendición de Alláh, sobre Mahoma y los suyos”, imprecaciones que en aquella batalla, la verdad es que no les sirvieron de mucho. Una replica de este pendón, para evitar que el original se estropee, es tremolada y portada en la procesión por la máxima autoridad militar.


Después de los actos oficiales, la multitud se traslada al vecino parque del “Parral”; que por cierto es propiedad de La Corona, eso sí, con una antigua concesión de uso a la Ciudad, donde se desarrolla una típica “jira castellana”.






martes, 20 de mayo de 2008

EL CURA MERINO

Jerónimo Merino y Cob nació el 30 de Septiembre de 1769 en Villoviado, un pueblecito muy cerca de Lerma, (Burgos). De su infancia y juventud no se sabe mucho, solo que era hijo de una familia de labradores y que como otros muchos cursó estudios eclesiásticos. A los 18 años es llamado a filas en el Regimiento Provincial de Burgos donde adquiere conocimientos militares. A la muerte del cura titular de su pueblo vuelve a el, retomando la carrera sacerdotal como párroco.

Ejerciendo su Sagrado Ministerio estaba; cuando vio por el Camino Real de Madrid, por la actual N-I que aún sigue cruzando su comarca, como el arrogante Ejercito Francés ocupaba nuestros territorios no sin abusos a la población. Él mismo no tardó en ser una víctima de aquellos abusos; sucedió que se presentaron en su pueblo tropas francesas para requisar ganado; el cura como es lógico, trató de defender a sus feligreses que necesitaban las bestias para su trabajo, esta protesta causó la indignación de los franceses que en represalia y como burla le obligaron a transportar, delante de las tropas, los tambores y trompetas de la banda mientras era conducido preso a Lerma, una vez allí pudo escapar, naciendo en ese momento el guerrillero que haría estremecer al propio Napoleón.

D. Jerónimo en realidad era un intelectual que como muchos sacerdotes de la época poseía grandes cualidades de cazador, afición que además de practicar el tiro, le dio conocimientos precisos del entorno, astucia y paciencia para acosar a sus presas y aún se recuerda su habilidad para cazar perdices al vuelo de un solo tiro y a galope de caballo. Por otra parte, no hay que olvidar que la lucha de guerrillas es un invento español muy desarrollado en la provincia de Burgos, donde ya se consideran acciones de este tipo de los pobladores prerromanos, en las Guerras Cantabras, contra las poderosísimas legiones romanas, hechos estos que conocía bien nuestro cura a través de la lectura de los clásicos.

A finales de 1808 ya cuenta con una partida de 2000 hombres que con sus audacias traen en jaque al ejército francés como nos relatan Baroja y Avinareta, quien luchó junto a su partida en el Escuadrón del Brigante. Pronto desarrolló tácticas de este tipo de lucha sin abandonar nada a la improvisación; atacaba audazmente cuando podía y desaparecía como por encanto sin dar tiempo a la reacción francesa ya que para poder exfiltrarse después de sus acciones, cada guerrillero suyo llevaba dos caballos, uno de refresco.

Muy pronto formó una autentica milicia con sus respectivos cuadros de mandos y gracias a adhesiones inquebrantables de otros curas y sus feligreses, logró montar una importante red de correos y espionaje que le hacían adelantarse a los movimientos del contrario, aprovechando así el factor sorpresa.
En 1810 ya comandaba el Regimiento de Caballería de los Húsares Voluntarios de Burgos, y el Regimiento de Infantería de Arlanza. En estos tiempos ya se enfrenta victorioso contra importantes destacamentos franceses como el ataque ocurrido en Hontoria de Valdearados en el que aún llaman desde entonces “El Valle de los Franceses” o como el de Quintana del Puente donde se hizo con un gran convoy de armamento y bagajes que sirvieron para reforzar a otras partidas como la del Empecinado o la del Padre Juan Marín “El Monje de Arlanza”.

Ya nombrado Coronel por la Junta Suprema emprende acciones de fuerza; dando batalla, como la de Barbadillo donde hizo sucumbir a un importantísimo número de enemigos llegando a apresar un batallón entero de polacos, hechos estos que hacen que el Mariscal Rocquet con todo su Cuerpo de Ejercito se dedique a combatirle, lo que provoca que retomen las formas de acción guerrilleras como cuando en la Noche de Reyes de 1813 atacan el Hornabeque del Cerro de S. Miguel como efecto de diversión para mientras tanto; disfrazados de franceses, apoderarse del inmediato Castillo de Burgos causando numerosísimas bajas.

Este tipo de actuaciones, consiguieron hacer sucumbir la moral del ejercito francés, que no estaba acostumbrado a este tipo de guerra, también consiguieron poner nervioso al mismo Napoleón, quien llegó a exclamar en Burgos: ¡Prefiero la cabeza de ese cura, que cuatro ciudades españolas!.

Tan importantes fueron estos guerrilleros, que fueron reconocidos como soldados del Ejercito Español, el propio Cura Merino; dos veces Laureado, es ascendido al terminar la guerra al empleo de Brigadier, fue nombrado Gobernador Militar de Burgos, y después ascendió a Teniente General, logrando los mayores reconocimientos militares. Está enterrado en Lerma.
Para terminar una recomendación: Ha sucedido en varias ocasiones que se confunde a este “Cura Merino”, con un franciscano llamado Martín Merino, quien fue un pobre loco que intentó asesinar; mucho mas tarde en 1852, a Isabel II quien se salvó de una cuchillada gracias a las ballenas de su corsé. No tienen nada que ver uno con otro, solamente la coincidencia del apellido y la condición eclesiástica de ambos, que sirva esta advertencia para que no caigamos en el error de denostar la figura de uno de nuestros mayores héroes.